Varias regiones de Rusia comienzan a experimentar escasez de gasolina tras los recientes bombardeos ucranianos que dañaron infraestructuras energéticas esenciales. Las afectaciones en las refinerías han obligado a las autoridades a limitar el suministro de combustible, mientras que el Kremlin incrementa las importaciones para satisfacer la demanda interna.
De acuerdo con datos sectoriales, aproximadamente el 20% de la capacidad de refinado del país está comprometida, situación que podría empeorar los problemas de abastecimiento en los próximos meses. En algunos lugares, los conductores solo pueden llenar cantidades reducidas, y se observa un aumento gradual en los precios.
El Gobierno ruso ha declarado que implementa medidas para estabilizar el mercado mediante la ampliación de las adquisiciones de carburante en el extranjero y la redistribución del combustible disponible en las zonas más afectadas. No obstante, los expertos alertan que las interrupciones podrían mantenerse si prosiguen los ataques a infraestructuras energéticas.