El Ejecutivo presidido por Pedro Sánchez ha adoptado una nueva medida en su postura crítica contra Israel, solicitando su exclusión de competiciones internacionales como los Juegos Olímpicos y Eurovisión, durante el periodo que califica como una “barbarie” en Gaza. Esta iniciativa, enmarcada por Moncloa dentro del apoyo a la causa palestina, genera un choque político con el Partido Popular, al que acusa de no actuar frente a lo que describe como “genocidio”.
Para Sánchez, esta materia representa un ámbito propicio tanto en el ámbito internacional como en el nacional. Desde su entorno destacan que la defensa de Palestina fortalece su imagen internacional, afectada en otros asuntos como el conflicto en Ucrania, y distrae además de temas polémicos internos, como la situación judicial del Gobierno y las controversias familiares de la esposa del presidente.
En los últimos meses, la presión contra Israel se ha incrementado. Sánchez criticó públicamente a Benjamin Netanyahu por su actuación militar en Gaza, reconoció al Estado palestino, promovió en la Unión Europea la suspensión del acuerdo de asociación con Israel y propuso un conjunto de sanciones. Ahora, el Gobierno da un paso adicional al solicitar un veto internacional, impulsado por la idea de que España debe liderar esta causa desde la socialdemocracia europea.
Por su parte, el Partido Popular reprocha a Sánchez que “favorece la violencia” durante la Vuelta a España, cuya última etapa fue suspendida en Madrid por manifestaciones pro-palestinas, y le acusa de “desatender” a las fuerzas de seguridad. En Génova evitan calificar la situación de “genocidio”, interpretación que Moncloa atribuye a las divisiones internas del partido y la influencia de Isabel Díaz Ayuso.
La disputa también se refleja en la izquierda. Sumar destaca su influencia para endurecer la posición gubernamental, mientras Podemos reclama la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con Israel, condicionando incluso su respaldo a los Presupuestos.
Así, la causa palestina se convierte en el eje desde el que Sánchez busca proyectar liderazgo internacional y desgastar a sus adversarios internos, con un conflicto que trasciende la política para alcanzar el ámbito deportivo y cultural.