En El Fasher, capital de Darfur del Norte, se vive un clima de miedo y desesperanza, detallado por quienes han escapado de la violencia más reciente. Zainab*, madre de cuatro niños, comparte su vivencia: «Lo que presencié es indescriptible. Vi cuerpos degollados a mi alrededor y cadáveres apilados en mi huida».
La situación se ha deteriorado tras la toma de la ciudad por las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calcula que cerca de 260.000 personas habitaban El Fasher al inicio del conflicto, el cual ha provocado al menos 2.000 muertes en la lucha por el poder en Sudán.
Zainab enfrenta diariamente la violencia. Describe escenas con sangre y cuerpos esparcidos, donde acusaciones de pertenecer al Ejército oficial llevaron a asesinatos. Para proteger a sus hijos, abandonó su hogar, escapando del ataque que ha dejado una huella imborrable en la región.
Las consecuencias del conflicto son severas. Informes de la ONU señalan que aproximadamente 500 pacientes y sus acompañantes fueron asesinados en un hospital de El Fasher. Zainab relata que fue capturada durante su fuga y tuvo que pagar un rescate para su liberación. «Mis hermanas continúan retenidas y nos solicitan dinero para liberarlas», comparte con tristeza.
Desde que comenzó el enfrentamiento el 15 de abril de 2023, la violencia ha escalado. El general Abdelfatah al Burhan, líder del gobierno militar, se opone a Mohamed Hamdan Dagalo, comandante de las FAR. Esta división ha sumido al país en una crisis humanitaria sin precedentes, con ataques frecuentes a la población civil.
La violencia en El Fasher es considerada un acto de genocidio sistemático. Diversas organizaciones denuncian que las FAR cometen masacres contra la población civil. Pruebas satelitales y análisis del Laboratorio de Investigación Humanitaria de la Universidad de Yale muestran fosas comunes y la escala de la violencia.
Tom Fletcher, responsable de ayuda humanitaria de la ONU, advierte que se cometen violaciones contra mujeres y niñas, y los cuerpos sin vida evidencian que la violencia continúa. Zainab, refugiada bajo un árbol, enfrenta la falta de alimentos y agua. «Cada día es un desafío para sobrevivir, rodeados de temor y desolación», afirma.
Ahmed Mohamed Abdalla Ibrahim, conocido como Marwan, joven fotoperiodista, ha decidido documentar el conflicto para mostrar la realidad. «Nunca imaginé ser fotógrafo de guerra, pero las circunstancias me llevaron a ello», comenta desde Tawila, tras escapar de la represión en El Fasher. Sus relatos reflejan el horror vivido.
La crisis humanitaria es crítica: más de 24 millones de personas en Sudán sufren inseguridad alimentaria y millones están desplazados. Los que abandonan El Fasher enfrentan largos y peligrosos viajes hacia un futuro incierto. Marwan expone que los refugiados subsisten con recursos mínimos, como hojas y pieles, sin acceso a comida ni agua potable.
Las organizaciones humanitarias alertan sobre una generación afectada por el conflicto. La ONU estima que alrededor de 14 millones de personas han sido desplazadas desde el inicio de las hostilidades, con muchos sin acceso a educación básica. Mientras la comunidad internacional observa, testimonios como los de Zainab y Marwan reflejan un momento oscuro en la historia reciente de Sudán.
