A primeras horas, mientras la neblina aún cubre las laderas húmedas del condado montañoso de Tonglu, al este de China, se escucha un zumbido que interrumpe el silencio. Un dron aterriza con exactitud en una explanada comunitaria y deja una caja térmica herméticamente cerrada. En su interior, varias bandejas con comida caliente aguardan a un grupo de personas mayores que viven solas y con pocos recursos. Esta escena, que hace algunos años parecería propia de la ciencia ficción, ahora es parte de la rutina diaria en diversas aldeas dispersas en las colinas del condado.
Desde marzo, Tonglu funge como laboratorio para un proyecto social que utiliza drones para repartir alimentos calientes a personas mayores. Los drones, capaces de transportar hasta 40 kilogramos y con una autonomía superior a los 20 minutos, son parte de una iniciativa de la empresa de mensajería YTO Express, que actualmente cubre a 168 adultos mayores en cinco comunidades alejadas.
En Hengcun, uno de los municipios con mejor acceso vial, se encuentra el comedor central donde, a primera hora, se preparan los platos: guisos, verduras al vapor y menús balanceados diseñados específicamente para los mayores. Anteriormente, la entrega por carretera demoraba hasta 40 minutos debido a caminos angostos y en mal estado; hoy, los drones completan la ruta en cerca de cuatro minutos.
“Muchos ancianos viven en soledad y cuentan con pocos servicios básicos. Este programa no solo asegura comida caliente, sino que también les transmite la sensación de que no están solos”, señala Hu Zhelin, coordinador comunitario del proyecto.
Tonglu es un lugar estratégico para este tipo de pruebas: en esta región surgieron empresas logísticas importantes como YTO Express y ZTO Express, lo cual ha facilitado que se convierta en un centro de innovación en logística aérea. La iniciativa planea expandirse próximamente para que los drones también transporten medicamentos y productos esenciales a otras áreas rurales del país.
Paralelamente, en las grandes ciudades chinas el reparto aéreo es una práctica habitual. La empresa Meituan gestiona más de 50 rutas urbanas con drones equipados con sensores avanzados, paracaídas y sistemas para operar bajo lluvia y en condiciones climáticas extremas. Su tecnología ha alcanzado incluso un lugar emblemático: la Gran Muralla China. En el concurrido tramo de Badaling, los turistas pueden solicitar comida mediante una aplicación y recibirla en cinco minutos en plataformas ubicadas en torres de vigilancia, un trayecto que a pie tomaría casi una hora.
Estos desarrollos están impulsando el crecimiento de la llamada “economía de baja altitud”, un sector emergente que abarca el espacio aéreo bajo los 1.000 metros. China busca liderar esta área mediante drones repartidores y futuros taxis voladores. Las autoridades de Pekín han anunciado nuevas normativas y ayudas para acelerar esta transformación.
En Tonglu, mientras los drones regresan tras cada entrega, los adultos mayores disfrutan de su comida en silencio, con una mezcla de agradecimiento y sorpresa. Aquí, la tecnología se ha convertido en una herramienta fundamental para reducir el aislamiento y mejorar la calidad de vida en las zonas más remotas, más allá de ser un simple símbolo de comodidad.
