El fenómeno Alvise Pérez no es una anécdota digital.
Sin publicidad, sin medios y sin partido tradicional detrás, el líder de Se Acabó la Fiesta (SALF) logró llenar este fin de semana el Palacio de Vistalegre, en Madrid, con más de 6.000 fieles que corearon su nombre al grito de “¡Se acabó la fiesta!” y “¡Viva España!”.
La imagen de un recinto abarrotado en el Día de la Hispanidad ha encendido todas las alarmas en el arco político, desde el PP y VOX hasta el PSOE, Sumar y Junts. Todos coinciden en el diagnóstico: Alvise no hace política, sino un populismo sin antecedentes en la historia reciente de España.
Un híbrido explosivo
Fuentes de varios partidos consultadas lo definen como “un híbrido entre Bukele, Trump y Milei”.
De Bukele toma su propuesta de guerra al corrupto y construir macro-cárceles donde los presos trabajen para reducir su condena.
De Trump, la supresión total del IRPF para la clase media y la deportación masiva de inmigrantes ilegales.
De Milei, su capacidad para movilizar emocionalmente a las masas y canalizar el descontento contra toda la clase política.
En su discurso, Alvise presentó un plan de acción que mezcla elementos de autoritarismo penal, liberalismo económico radical en la vivienda para construir 5 millones, y una retórica nacional-soberanista que amenaza con desbordar los marcos ideológicos tradicionales.
Un discurso que incomoda a todos
Durante más de una hora, el eurodiputado denunció la “partitocracia”, prometió un “referéndum de salida de la Unión Europea” si Bruselas “no respeta a España”, y anunció el uso de inteligencia artificial para eliminar “más de un millón de sueldos públicos innecesarios” y “automatizar” gran parte del Estado.
Las referencias a la “reconstrucción moral de la nación” y a una España “saqueada por sus propios gobernantes” provocaron ovaciones entre sus seguidores, pero preocupación entre analistas y politólogos, que ven en su retórica una peligrosa mezcla de tecnocracia algorítmica y ultranacionalismo emocional.
Reacciones políticas
El PSOE calificó su acto de “preocupante deriva reaccionaria”.
Desde Sumar, Yolanda Díaz habló de “una secta digital que amenaza la convivencia”.
En el PP, voces internas admiten “seria inquietud” ante la posibilidad de que SALF robe votos en zonas urbanas y entre jóvenes descontentos.
En VOX, mientras algunos dirigentes intentan minimizar su impacto, otros reconocen “el magnetismo comunicativo” del sevillano y piden que Abascal deje de ignorarlo y menospreciarlo.
Un estilo personalista y desafiante
Alvise, que dona públicamente su sueldo de eurodiputado (entregó 50.000€ a los huérfanos de la Policía Nacional) y se define como “ajeno al sistema”, cultiva un liderazgo de corte mesiánico y desafiante. Su discurso combina moralismo, cinismo y espectáculo con una puesta en escena cuidadosamente calculada: música épica, luces teatrales y silencios largos ante el público.
En el escenario de Vistalegre, cerró su intervención con una frase que resume su estrategia:
“Ellos tienen el dinero y los medios. Nosotros tenemos la gente y la verdad.”
Sea cual sea su futuro político, lo ocurrido este 12 de octubre deja claro que el fenómeno Alvise ya no es virtual. Es real, masivo y está sacudiendo el tablero español; si los demócratas no actuamos, un ultra cómo Alvise podría causar serios problemas en nuestro país.