Un Madrid coral y combativo logra su primera victoria ante los griegos esta temporada (80-72) y sigue con vida en los playoffs de Euroliga
El Real Madrid ve luz al final del túnel. Cuando parecía condenado en una serie que comenzó con dos derrotas en El Pireo, el conjunto blanco reaccionó con carácter, esfuerzo y un inesperado protagonismo de sus secundarios para vencer al Olympiacos por 80-72 y forzar el cuarto partido de la serie. Aún con la historia en contra, los de Chus Mateo mantienen la fe en una remontada que solo un equipo ha logrado antes en la Euroliga.
Los puntos de Musa y Hezonja (14 cada uno) y la sólida actuación de Tavares (15) fueron claves, pero el nombre propio del encuentro fue Alberto Abalde, cuya defensa sobre un incisivo Williams-Goss (15 puntos al descanso) cambió el rumbo del partido. También fue fundamental el compromiso colectivo de un quinteto inesperado con Feliz, Llull, Ibaka, Garuba y el propio Abalde, que aportaron más desde la energía y la entrega que desde el brillo individual.
El inicio fue prometedor. Musa, en lo que podría ser su despedida europea con el Madrid, lideró un primer cuarto eléctrico con 12 puntos, bien acompañado por un Tavares más dominante que en los dos primeros partidos. Sin embargo, las rotaciones desestabilizaron al equipo y Olympiacos tomó el control con un segundo cuarto brillante (10-23), guiado por un Williams-Goss que recordó poco al que pasó sin pena ni gloria por el conjunto blanco.
Pero tras el descanso, el Madrid resurgió desde la defensa. El esfuerzo colectivo asfixió al conjunto griego, y poco a poco, el marcador comenzó a sonreír. La máxima ventaja (72-62, min. 36) pareció decisiva, aunque Vezenkov puso emoción en los instantes finales. Entonces apareció Campazzo con sangre fría desde el tiro libre para cerrar una victoria vital.
El próximo jueves se librará una nueva batalla. El Real Madrid aún cree, y con razón: cuando sus secundarios dan un paso al frente, cualquier milagro parece posible.
