Australia se convirtió en el primer país a nivel mundial en restringir el acceso a plataformas como YouTube y otras redes sociales a personas menores de 16 años. Esta medida, contenida en la nueva Ley de Edad Mínima para Redes Sociales, pretende reducir el llamado “daño social” asociado a la exposición anticipada a estos entornos digitales.
La regulación surge a raíz de experiencias personales y dolorosas: tres padres que perdieron a sus hijos adolescentes, quienes se suicidaron tras sufrir presión y acoso en redes. Sus testimonios fueron fundamentales para acelerar la discusión legislativa y lograr un consenso tanto en el parlamento como en la opinión pública.
El gobierno australiano sostiene que las redes sociales, especialmente aquellas con algoritmos diseñados para maximizar el tiempo de uso, inciden negativamente en la salud mental de los jóvenes. La normativa ha sido valorada como un acto decidido frente a la influencia de las grandes empresas tecnológicas, aunque también recibe críticas por considerarse rígida o complicada de implementar.
La ley obliga a las plataformas a instaurar controles estrictos de verificación de edad y establece sanciones severas en caso de permitir el acceso a menores de 16 años. Esta regulación podría sentar un precedente internacional en el debate sobre el uso de redes sociales por menores y sus consecuencias psicológicas y sociales.
