La Cámara de Representantes de Estados Unidos ha avanzado significativamente al aprobar un pacto que culmina uno de los cierres gubernamentales más extensos en la historia del país. Después de 43 días de disputas partidistas, se espera que el Gobierno retome sus actividades habituales.
El conflicto prolongado entre republicanos y demócratas dejó a cientos de miles de empleados públicos sin recibir su salario, generando impactos como retrasos y cancelaciones en vuelos por la ausencia de controladores aéreos.
Este miércoles, la Cámara aprobó un proyecto de ley previamente ratificado por el Senado el lunes. La votación concluyó con 222 votos a favor y 209 en contra; entre ellos, seis demócratas apoyaron la mayoría republicana, contrariando las indicaciones de su partido.
Para la entrada en vigor de la medida, resta la firma presidencial. Se anticipa que Donald Trump anuncie, durante una rueda de prensa en el Despacho Oval, el fin de este «devastador cierre» y el retorno a la normalidad en las funciones del Ejecutivo.
A pesar de la fuerte oposición demócrata, Trump consiguió mantener la cohesión de sus integrantes. Los demócratas expresan su descontento porque no se logró prolongar los subsidios federales que garantizan la cobertura sanitaria para los sectores más vulnerables.
No obstante, el acuerdo aprobado permitirá revertir más de 4.000 despidos que la administración Trump intentó implementar al inicio de la crisis y evitará nuevos recortes hasta finales de enero, aportando un respiro a la plantilla federal que ya enfrentó reducciones laborales este año.
Uno de los temas más conflictivos en las negociaciones fue la cobertura sanitaria proporcionada por el programa Obamacare para familias de bajos ingresos, cuya vigencia concluye a finales de este año. La falta de renovación en los subsidios implicaría que los beneficiarios deban pagar hasta el doble en sus tarifas.
Esta cuestión provocó divisiones dentro del partido demócrata, lo que explica que solo seis de sus miembros respaldaran el acuerdo. Hakeem Jeffries, líder de la minoría demócrata, manifestó que su partido no puede apoyar los intentos republicanos de «desmantelar el sistema de salud del pueblo estadounidense».
En contraste, Mike Johnson, presidente republicano de la Cámara de Representantes, expresó optimismo al considerar el final de esta «larga pesadilla nacional» y criticó a los demócratas por la «obstrucción» prolongada durante semanas. «Eran conscientes del sufrimiento que generarían y, aun así, actuaron. Fue un proceso innecesario, injusto y cruel», afirmó.
Semanas antes, el Senado ya había aprobado esta legislación clave para reabrir el Gobierno, un proceso que generó controversias entre los demócratas. Se necesitaban ocho votos de la oposición para la aprobación, lo que causó frustración en varios miembros que denunciaron la escasa disposición de los republicanos a ceder.
Los días posteriores a las contundentes victorias demócratas en recientes elecciones suscitaron interrogantes sobre la estrategia negociadora de su partido en el Congreso. Muchos cuestionaron por qué los senadores cedieron ante la presión, a pesar de contar con un respaldo electoral sólido.
