La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha informado que en lo que va de 2025 más de 1.000 personas migrantes han fallecido en la peligrosa ruta marítima del Mediterráneo Central, una de las más letales a nivel mundial.
El naufragio más reciente tuvo lugar el 3 de noviembre próximo a la costa de Libia, donde 42 migrantes y refugiados desaparecieron tras el hundimiento de una embarcación neumática. Este evento evidencia la constante peligrosidad que enfrentan quienes intentan alcanzar Europa en busca de mejores condiciones de vida.
Los desaparecidos incluían personas que escapaban del largo conflicto y la crisis humanitaria en Sudán, junto a viajeros procedentes de Camerún, Somalia y Nigeria, ilustrando la diversidad de nacionalidades en esta travesía arriesgada.
La OIM expresó su preocupación por este nuevo incidente fatal. La agencia señaló que este suceso, ocurrido semanas después de otros naufragios cercanos a Lampedusa y Surman, refleja el riesgo persistente para los migrantes en esta ruta, y llamó a una respuesta urgente para enfrentar esta problemática humanitaria.
Túnez se ha consolidado como un punto de partida relevante para quienes buscan llegar a Europa. En los últimos años, cada vez más migrantes optan por esta ruta, situada entre Libia y Sicilia. En 2020, más del 60% de los cruces por el Mediterráneo Central correspondieron a migrantes tunecinos.
Detrás de cada viaje hay una tragedia individual, pero las cifras generales son alarmantes. Desde que la OIM empezó a registrar fallecimientos en rutas migratorias en 2014, al menos 25.673 personas han muerto en el Mediterráneo Central, representando aproximadamente un tercio de los 78.000 fallecidos en todo el mundo.
En 2016, esta ruta se convirtió en la más mortífera, con un total de 4.574 víctimas. La combinación de la dificultad del cruce y el aumento de migrantes ha mantenido estas tragedias como un tema recurrente a nivel internacional.
Los intentos para solucionar la crisis migratoria han resultado insuficientes. A medida que más personas escapan de la violencia, pobreza y volatilidad política, la comunidad internacional debe asumir su responsabilidad para implementar soluciones sostenibles que protejan a los migrantes y ofrezcan alternativas seguras.
