El presidente del Gobierno impulsa un giro hacia la izquierda al inicio del ciclo electoral y busca recuperar protagonismo en las primarias.
Con la llegada de un nuevo periodo político marcado por próximas elecciones, Pedro Sánchez ha optado por fortalecer su imagen más vinculada a la agenda progresista. Como líder del PSOE y presidente del Gobierno, se posiciona claramente en defensa de las políticas sociales y la equidad fiscal, generando tensión en el espacio político que comparte con Sumar y tratando de reconectar con el electorado más a la izquierda.
En intervenciones recientes, Sánchez destacó la importancia de incrementar el salario mínimo, actualizar las pensiones y ampliar las prestaciones sociales. Además, defendió la aplicación de impuestos a la banca y a las grandes fortunas como una manifestación de su compromiso con la justicia fiscal. Su entorno lo caracteriza como “el Pedro de las bases”, dispuesto a desafiar el establishment en un escenario de creciente división política.
El viraje hacia posturas más izquierdistas también se refleja en la defensa de temas internacionales como la situación en Gaza y en la propuesta de establecer un pacto de Estado para hacer frente a la emergencia climática. Asimismo, destaca la reivindicación de los servicios públicos de sanidad y educación, así como el aumento de las transferencias a las comunidades autónomas.
Fuentes del PSOE reconocen que esta táctica implica disputar abiertamente el espacio de Sumar, debilitando la influencia de Yolanda Díaz y aumentando la competencia con Podemos, que en los últimos tiempos ha buscado reafirmar su identidad política. “Los necesitamos, pero está claro que se sienten incómodos porque les hemos arrebatado insignias que antes les pertenecían”, admiten en la dirección socialista.
El calendario electoral, que incluye elecciones en regiones como Castilla y León y Andalucía, acelera esta confrontación dentro del espacio de la izquierda. Sánchez, que compagina su presidencia con la dirección de la Internacional Socialista, aspira a presentarse como un referente global del progresismo junto a líderes como Lula da Silva. En este contexto, el PSOE pretende consolidar su liderazgo en el ámbito progresista, incluso si ello implica reducir el protagonismo de sus socios de coalición.