La periodista revela en ‘La familia de la tele’ un inesperado episodio con el actor escocés, quien intentó seducirla en su propia residencia.
Lydia Lozano continúa ofreciendo momentos memorables en La familia de la tele, el reciente espacio de RTVE Play donde colabora. A pesar de un comienzo complicado en términos de audiencia y la reciente pérdida de su madre, que la afectó personalmente, ha logrado mantenerse como una figura importante dentro del programa.
En el capítulo emitido este miércoles, durante una charla informal entre los colaboradores, surgió la pregunta sobre si alguna celebridad había intentado coquetear con ella. La respuesta sorprendió a todos: Sean Connery.
Aunque ya había contado esta anécdota en ocasiones anteriores, como en el podcast Estirando el chicle, en esta ocasión Lydia ofreció más detalles sobre su encuentro con el emblemático actor conocido por interpretar a James Bond. “Llegué a las doce de la mañana y estuve hasta las seis de la tarde”, comentó entre risas, dejando ver que tuvieron un contacto bastante cercano.
Según relató, todo ocurrió durante una sesión fotográfica para una campaña de la Cruz Roja. Lydia, junto con su fotógrafo Juan Carlos Teuma, visitaba las residencias de varias celebridades como Lauren Bacall y también la de Sean Connery. “La cuestión era colocarle una camiseta de la Cruz Roja. Cuando hizo el gesto de quitársela, vi todos sus tatuajes y no pude evitar gritar”, explicó con su habitual sentido del humor.
La reacción de Connery fue inmediata. Según Lydia, él le preguntó si había quedado impresionada, a lo que ella respondió de forma directa: “No”. Esta sinceridad, según insinuó, no impidió que el actor intentara coquetear con ella.
“No hablo inglés, pero me defiendo”, añadió divertida al ser consultada por Inés Hernand sobre cómo se comunicaron. “Fue una experiencia muy entretenida”, concluyó, provocando risas y sorpresa entre sus compañeros.
Esta historia confirma que Lydia Lozano, además de ser una presencia constante en la televisión española, continúa siendo una fuente inagotable de vivencias inesperadas.