Casi cuatro años después del inicio del conflicto en Ucrania, la OTAN muestra vulnerabilidades frente a los ataques con drones. La reciente incursión de 19 drones rusos, valorados en alrededor de 10.000 euros cada uno, sobre suelo polaco evidenció la limitada respuesta de la Alianza: únicamente cuatro drones fueron neutralizados mediante misiles AIM-120 Amraam, cuyo coste es aproximadamente cien veces superior al de cada dron.
En contraste con Ucrania, donde una defensa aérea móvil y segmentada logra derribar entre el 70% y el 90% de los drones atacantes, Polonia y sus aliados alcanzaron un porcentaje inferior al 25%. Las defensas ucranianas, que incluyen cañones antiaéreos, vehículos equipados con ametralladoras, misiles Stinger y sistemas de guerra electrónica, han probado ser más eficaces para contrarrestar estos ataques frecuentes y de bajo costo.
Esta falta de preparación también queda patente en sucesos recientes en Rumanía, donde un dron ruso sobrevoló el territorio durante 50 minutos sin ser detectado ni interceptado. Expertos y funcionarios europeos advierten que, frente a un ataque masivo de drones como el que enfrenta Ucrania, las defensas de la OTAN podrían resultar insuficientes.
En respuesta, Polonia ha desplegado instructores militares en Ucrania para formarse en técnicas de derribo de drones, reconociendo la avanzada experiencia ucraniana en este ámbito. Paralelamente, la OTAN acelera la adquisición de sistemas antidrone y colabora con empresas ucranianas para impulsar la producción propia.
Especialistas enfatizan que los conflictos actuales ya no se definen sólo por blindados y misiles, sino también por la capacidad para neutralizar ataques automatizados de bajo coste. “Los drones limitan la movilidad de los tanques y suponen un riesgo importante para la infantería”, comenta Stefan Fürst, analista militar. Europa debe adaptarse con urgencia a esta realidad crecientemente automatizada para enfrentar posibles amenazas a gran escala.