Por Jesús María González Barceló Presidente del Think Tank Hispania 1188
I. El poder invisible que rige todo
Mientras en Occidente se debate intensamente sobre igualdad, pluralismo y representación, una civilización discreta avanza con firmeza. Esta comunidad desarrolla algoritmos, entrena redes y configura la infraestructura digital del futuro global. No se trata de un país, sino de una etnia civilizacional: los Han.
Representando más del 90 % de la población china y con una diáspora integrada en Estados Unidos, los Han encabezan la élite técnica, científica y cognitiva de la inteligencia artificial a nivel mundial. Sin ellos no existiría un imperio digital.
II. Dos escenarios, una cultura
A. China continental: la cultura del mérito
El modelo confuciano, basado en la disciplina, la repetición y la precisión matemática, forma a millones de estudiantes desde la infancia. El Gaokao, el examen nacional más riguroso del mundo, selecciona rigurosamente a los más aptos. Universidades como Tsinghua, Fudan, Zhejiang o Beihang no generan activistas o figuras digitales, sino ingenieros, criptógrafos y especialistas en inteligencia artificial.
Apoyados por el Partido Comunista, compañías tecnológicas como Huawei, Baidu o Alibaba han desarrollado modelos propios (Tongyi Qianwen, PanGu, Wu Dao), estableciendo una infraestructura alternativa a Silicon Valley.
B. Estados Unidos: la élite Han nacida en América
El notable crecimiento de la comunidad Han en EE. UU. es igualmente importante. Durante las últimas cuatro décadas, su inmigración ha dado lugar a una nueva clase técnica y científica. En universidades como MIT, Stanford o Caltech, los estudiantes Han y sinoamericanos destacan en disciplinas STEM.
En evaluaciones como el SAT, GRE o las Olimpiadas de Matemáticas, los nombres Han predominan. En empresas clave como OpenAI, DeepMind o NVIDIA, muchos proyectos, artículos y diseños son liderados por descendientes Han.
Esta combinación singular unifica la ética confuciana con las herramientas occidentales, y la segunda generación Han está plenamente integrada en ambas culturas.
III. Genética, cultura y la ambición de liderazgo
El dominio de los Han se explica por tres factores esenciales:
- Capital cognitivo
Estudios interculturales sitúan el coeficiente intelectual promedio de la población Han entre 105 y 108, destacando especialmente en lógica, memoria y razonamiento matemático. - Cultura jerárquica y educativa
Desde Confucio hasta los exámenes imperiales, la civilización Han ha valorado profundamente el conocimiento y la autoridad del maestro. La rebeldía no es un valor destacado; el respeto hacia los eruditos sí lo es. - Infraestructura estatal y familiar
En China, el Estado desempeña un papel crucial en la formación intelectual. En EE. UU., las familias Han invierten en el desarrollo académico y habilidades técnicas, concentrándose en áreas como piano, matemáticas y robótica, dejando de lado aspectos superfluos.
IV. Más allá de la política: una supremacía técnica
La influencia Han trasciende la división entre comunismo y capitalismo. Muchos líderes Han en inteligencia artificial no se identifican políticamente; su compromiso está con el conocimiento, el mérito y la excelencia.
Esta élite trasnacional no conquista mediante la fuerza, sino mediante el código.
Donde trabajan, el software mejora.
Donde lideran, prevalece la precisión.
Donde enseñan, surgen arquitectos del futuro.
V. Occidente: distraído y lento
Mientras en Occidente se da prioridad a la corrección política y a discusiones identitarias, los Han resuelven problemas NP-completos, entrenan modelos transformadores e inventan hardware neuromórfico.
Mientras se debaten teorías posmodernas, ellos construyen el metaverso.
Mientras se discuten lenguajes inclusivos, ellos optimizan arquitecturas neuronales.
Así, no sólo compiten con Occidente, sino que están reemplazándolo.
VI. Conclusión: el rostro del futuro es Han
No es necesario un imperio para dominar el mundo. Quien controle el silicio, los datos y los modelos predictivos, prevalecerá. En esta competición, los Han ya han ganado.
Lo que significaron los judíos europeos para la ciencia en el siglo XX, hoy lo representan los Han en la inteligencia artificial del siglo XXI. No buscan protagonismo político, simplemente destacan por su excelencia. Y continuarán haciéndolo, pues llevan mil años preparándose.
