La situación en Gaza continúa deteriorándose de manera preocupante. Informes recientes indican que desde el inicio de la ofensiva israelí en la zona, un total de 100 niños han muerto debido a la desnutrición. Esta cifra se añade a los 210 menores que han fallecido por esta causa en los últimos dos años, evidenciando un empeoramiento progresivo en las condiciones de vida de la población civil.
El conflicto armado y el bloqueo impuesto han intensificado la crisis alimentaria en Gaza, limitando el acceso a alimentos, medicamentos y otros artículos indispensables. La carencia de una nutrición adecuada, sumada a los daños en las infraestructuras sanitarias y el colapso de los servicios básicos, ha elevado significativamente los casos de malnutrición infantil, especialmente en niños menores de cinco años, quienes son los más afectados.
Diversas organizaciones internacionales y humanitarias han emitido alertas sobre la necesidad urgente de brindar asistencia alimentaria y médica. No obstante, las restricciones y la inseguridad en la zona dificultan la entrega y distribución de estos recursos. Según un portavoz de una ONG que opera en el área, “cada día sin una respuesta efectiva aumenta considerablemente el peligro para la vida de estos niños”.
Expertos advierten que la desnutrición no solo incrementa la mortalidad infantil, sino que también provoca efectos a largo plazo en el desarrollo físico y cognitivo de los niños supervivientes, comprometiendo el futuro de toda una generación.
Por su parte, la comunidad internacional enfrenta el reto de establecer mecanismos eficaces para garantizar el acceso humanitario en un territorio marcado por el conflicto y las restricciones. La emergencia alimentaria y sanitaria en Gaza requiere una acción rápida y coordinada para detener esta situación que afecta a la población civil más vulnerable.

