La figura controvertida del eurodiputado ultra Alvise Pérez vuelve a sacudir la escena política española, esta vez con un misterio difícil de desentrañar: mientras desaparece de ciertas encuestas, en otras, como en Castilla y León, obtiene un notable 11,2% de intención de voto, y es ya el político más votado en franjas de edad como los 30-42 años.
¿Cómo se explica entonces la paradoja de que en apenas 10 días desaparezca de todas las encuestas?
Hace apenas unos días, Pérez presumía en redes sociales de sus multitudinarios actos en Ceuta, Jaén y Málaga, con aforos reventados y seguidores entregados. Entonces, ¿cómo es posible que algunas encuestas lo borren del mapa electoral? Hay quien apunta directamente a las recientes acusaciones de corrupción que podrían haber erosionado gravemente su imagen pública. Sin embargo, esta tesis choca frontalmente con la realidad visible en sus actos políticos.
El líder de “Se Acabó La Fiesta” ha viralizado entre sus seguidores una consigna peculiar: mentir en las encuestas. No decir que votan por él, e inventarse que votarán por “Vox”, “PPSOE” o “Podemos”. En otras palabras, convertirse voluntariamente en invisibles estadísticos.
Es difícil discernir si esto se trata de un simple “troleo” masivo o si esconde una maniobra política con la que captar al votante joven, seducido por el secretismo, la rebelión contra el sistema y el placer de romper las reglas establecidas.
Y es que Alvise Pérez ya nos ha acostumbrado a jugadas similares en el pasado. Su dureza política es muy agresiva, llegando incluso a apartar a sus propios eurodiputados ante la mínima señal de traición interna, tal y como ha denunciado hace escasos días.
Una cosa está clara: en esta batalla electoral, nadie puede dar por descontado que ultras como Pérez usen las redes y el “troleo” a su favor.
