Un cuerpo originario fuera de nuestro sistema solar —el cometa 3I/ATLAS— está experimentando una fragmentación significativa que desafía los modelos tradicionales de cometas. El astrofísico Avi Loeb advierte que su comportamiento podría llevar a reconsiderar las teorías sobre este tipo de objetos.
Este enigmático objeto interestelar, identificado como 3I/ATLAS, fue observado mientras cruzaba nuestro sistema solar en una trayectoria hiperbólica, confirmando que no forma parte del entorno habitual del Sol, ni de sus planetas ni asteroides.
Desde entonces, ha captado la atención de la comunidad científica al proporcionar información sobre el material que se originó alrededor de otras estrellas.
Loeb ha revisado imágenes recientes del cometa y concluye que probablemente está atravesando un proceso de fragmentación. Se han detectado chorros de material que se extienden hasta un millón de kilómetros hacia el Sol y varios millones en dirección opuesta, lo que sugiere que el núcleo se está desintegrando.
Los cálculos preliminares estiman que el objeto podría haber perdido cerca del 16 % de su masa durante este evento, un dato que no encaja bien con la idea de que sea un cometa común, dada la cantidad de material expulsado en relación con su tamaño estimado.
Además, Loeb señala que la velocidad del material expulsado es comparable a la de los motores químicos, considerablemente superior a la que suelen presentar los cometas al perder masa por sublimación de volátiles. También ha indicado que la tasa de pérdida de masa aumentó de forma drástica: en agosto se estimaba en aproximadamente 150 kg/s, mientras que en el perihelio alcanzó cerca de 2 millones de kg/s.
Este incremento brusco y significativo no tiene precedentes entre los cometas conocidos. Si se confirma, implicaría que el núcleo de 3I/ATLAS responde al calor solar de manera mucho más intensa que otros cuerpos similares, o que cuenta con una estructura material fundamentalmente diferente a la de un cometa típico.
El seguimiento de este objeto interestelar permite observar directamente cómo un cuerpo formado en otro sistema estelar reacciona a la influencia térmica y gravitacional del Sol, un fenómeno natural de gran interés. También podría requerirse una revisión de los modelos actuales empleados para interpretar el comportamiento de estos cuerpos que ingresan al sistema solar desde el espacio interestelar.
Por el momento, la interpretación propuesta por Loeb permanece como una hipótesis que deberá ser confirmada mediante futuras observaciones, especialmente cuando 3I/ATLAS se aleje del Sol y sea nuevamente visible para telescopios terrestres, con el fin de determinar si se ha fragmentado completamente o si conserva un núcleo activo.
Cualquiera que sea el resultado, este visitante cósmico ya ha logrado un lugar destacado en la historia de la astronomía, recordándonos que incluso en el espacio interestelar nada es necesariamente estable o permanente.
