Durante la cumbre de la OTAN celebrada esta semana en Bruselas, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se ha situado prácticamente en solitario ante el acuerdo de los aliados que apoyan la propuesta estadounidense de incrementar el gasto en defensa hasta el 5% del PIB.
Este planteamiento, impulsado por la Administración de Joe Biden y visto como una continuación de la presión iniciada durante el mandato de Donald Trump, busca un compromiso más decidido de los países europeos respecto al fortalecimiento militar de la Alianza.
A pesar de las críticas procedentes de Washington y de algunos socios europeos, el Gobierno español mantiene firme su postura. Fuentes oficiales argumentan que España actúa con coherencia y prudencia, considerando poco viable y políticamente arriesgado un aumento tan pronunciado en el presupuesto militar. “España es la única que señala que el rey no tiene ropa”, indican desde Moncloa, refiriéndose a la falta de cuestionamiento del resto de aliados sobre una política que califican de desmesurada.
El Ejecutivo recalca que el compromiso de España con la OTAN es sólido, aunque también defiende la necesidad de mantener una mirada crítica y acorde con las capacidades financieras y las prioridades sociales del país. Esta posición, aunque aislada, busca fomentar el debate dentro de la Alianza sobre la sostenibilidad y la racionalidad de las inversiones en defensa en un entorno global cada vez más complejo.
